Martín Torre / David Vidorreta
¿Te consideras una persona concienciada con el cuidado del medio ambiente? Si la respuesta es afirmativa, seguramente te encontrarás entre los que cerramos el grifo cuando nos lavamos los dientes, usamos bombillas de bajo consumo, conducimos de la forma más eficiente posible, usamos transporte público en los desplazamientos diarios o reciclamos nuestros envases, botellas, periódicos, etc.
Si este es tu caso, enhorabuena; con tu actitud estás contribuyendo a reducir el consumo de energía, la emisión de gases de efecto invernadero, la tala indiscriminada, el derroche de recursos naturales, la extracción de materias primas y la degradación de la naturaleza. Igualmente, estás ayudando a mantener la biodiversidad y los espacios naturales y a disminuir el uso de vertederos.
En definitiva, estás reduciendo tu
huella ecológica, un término del que seguro que has oído hablar, y
que se utiliza como indicador del impacto sobre el medio ambiente que
genera la demanda humana de los recursos disponibles en nuestro
planeta, que como todos sabemos, no son infinitos.
Gestos tan sencillos y rutinarios como
depositar un envase en su contenedor correspondiente, aunque puedan parecer nimios, contribuyen de
manera decisiva a reducir tu huella ecológica.
Volviendo a los ejemplos con los que
comenzábamos este post, ¿sabías que reciclando una sola botella de
vidrio ahorras la energía suficiente como para tener encendida una
bombilla de bajo consumo durante 24 horas? ¿o que con el ahorro
energético que se consigue reciclando cuatro botellas de vidrio se
compensa el funcionamiento de un frigorífico durante un día entero?
En Más que Residuos nos gusta el uso de ejemplos concretos sobre los beneficios
medioambientales derivados del reciclaje. Creemos que contribuyen a
que el ciudadano se sienta parte del proceso, que no termina al
depositar la botella en el contenedor, sino que, muy al contrario, es
ahí donde empieza, y a donde volverá tras recorrer todo el circuito
que supone el reciclado de vidrio.
El proceso
Una vez depositados los envases de
vidrio en el contenedor, estos se recogen de forma selectiva
–separados del resto de residuos– para llevarlos a las plantas de
tratamiento, donde el material será recuperado al 100% y sin perder
ninguna de sus cualidades. Esta es una de las grandes ventajas del
vidrio, que se puede aprovechar para hacer el mismo producto que era
antes de convertirse en un residuo, y con la misma calidad.
Para ello, cuando los residuos de
envases de vidrio llegan a la planta de tratamiento, se limpian y
separan de todos aquellos materiales diferentes al vidrio que,
normalmente por error, se hayan podido depositar en el mismo
contenedor –los denominados impropios–. Posteriormente, el vidrio
se tritura hasta convertirlo en calcín, es decir, vidrio
seleccionado, limpio y molido. Todo este proceso es mecánico, y en
él no intervienen sustancias peligrosas que puedan contaminar el
producto resultante.
A continuación, mediante subasta pública, el calcín se vende a las fábricas de envases – se financia así una parte del sistema de recogida selectiva–, donde se somete a un proceso de fusión. Este paso es el de mayor consumo energético de toda la cadena de reciclado, ya que exige altas temperaturas. No obstante, el vidrio reciclado requiere menor temperatura de fusión que las materias primas originales (arena, sosa y caliza), con lo que en el proceso de fabricación de nuevos envases se consume menos energía, al tiempo que se minimiza la extracción de la naturaleza de dichas materias primas.
Además, otra de las grandes cualidades
del vidrio es que admite esta operación tantas veces como sea
necesario, lo que significa que se puede reciclar el vidrio de forma
indefinida, reduciendo en cada ciclo la extracción y uso de nuevas
materias primas.
Las envasadoras pagan una cantidad por cada envase que ponen en el mercado para sostener el sistema de reciclaje. Foto: Ecovidrio |
Finalmente, los envases llegan al punto
de venta, y de ahí a nuestra casa. Así, una vez consumido el
producto que contenían –y si no vamos a reutilizar la botella o
frasco, por ejemplo, para guardar agua del grifo en la nevera–,
volveremos a depositar el envase en el iglú, haciendo que todo el
circuito de reciclado comience de nuevo.
Ni vasos ni porcelana
Cabe recordar que existen ciertos tipos
de materiales que, aunque puedan tener características parecidas a
las del vidrio, no deben depositarse en el mismo contenedor. El caso
más habitual es el del cristal (vasos, adornos, ventanas, etc.), que
por contener óxido de plomo, no puede fundirse en los mismos hornos
que el vidrio; o el de la cerámica y la porcelana, que necesitan una
mayor temperatura de fusión debido a su diferente composición
química, por lo que si llegan al horno vidriero no se fundirán
completamente, quedando unas piedras muy pequeñas que provocan la
rotura del envase de vidrio, o en caso de que no se rompan, estos
serán excesivamente frágiles, por lo que habrá que desecharlos.
Ni que decir tiene que otros materiales
presentes en los envases como el corcho, plástico o metal también
deben separarse del vidrio y destinarse a su contenedor
correspondiente (orgánica y envases ligeros). Por tanto, tan
importante como reciclar es hacerlo bien, pues la eficacia del
sistema depende en gran medida del grado de pureza con que el
material llega a las plantas.
228 millones de envases
Según Ecovidrio, entidad que gestiona
el reciclado de los envases de vidrio depositados en los iglús, el
año pasado se recuperaron en España 683.255 toneladas de vidrio
(unos 14,5 kg/hab.), lo que equivaldría a alrededor de 228 millones
de envases de este material.
Gracias a la recuperación de envases
de vidrio, se evitó la emisión a la atmósfera de 275.352 toneladas
de CO2 y la extracción de 819.906 toneladas de materias primas. El
ahorro energético asociado al reciclaje de vidrio se calcula en
1.031.715 Mwh.
Actualmente existen en nuestro país
182.694 puntos de recogida, lo que supone un índice de un contenedor
por cada 259 habitantes, uno de los más altos de Europa.
Los datos son muy buenos, pero
mejorables, razón por la que Ecovidrio está trazando sus planes de
futuro para incrementar las tasas de reciclaje. Entre las acciones a
desarrollar están aumentar el número de puntos de recogida, para
que ni un solo pueblo de España carezca de contenedor; una
importante inversión en concienciación y sensibilización
medioambiental, con especial incidencia en las escuelas y colegios;
la implantación de sistemas de recuperación complementaria en
plantas de gestión de residuos sólidos urbanos a las que haya
llegado el vidrio mezclado con otros residuos, o la puesta en marcha
de nuevos sistemas de recogida Puerta a Puerta para la hostelería y
domicilios situados en zonas urbanas donde la recogida mediante el
sistema tradicional resulta más complicada, como los cascos antiguos
de las ciudades y otras áreas de difícil acceso.
Y para aquellos que quieran profundizar
un poco más en esto del reciclaje de vidrio, os dejamos un vídeo
elaborado por reciclavidrio en el que se ofrecen todas las claves
sobre la recuperación de este material en España.
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